
La historia, la geografía, la sociología, la paleografía, y otras ciencias o disciplinas nos dan la información que necesitamos de nuestros ancestros. Pero el folklore nos da su corazón y sus sentimientos. Sin una aproximación a toda la tradición (mucha veces aún viva) de la cultura popular de nuestros abuelos nos es imposible captarlos realmente en su esencia. El folklore es el testigo viviente del espíritu, del amor, de la alegría, de la lucha, del dolor, de las esperanzas y los sueños de los que nos precedieron. Es el espíritu vivo en nosotros, que explica gran parte de nuestra identidad.
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